Carmen Laforet escribió Nada en 1945, fue galardonada con el primer premio Nadal. Esto ya sorprende, una mujer premiada en el 1944, en una España de vencedores, machista y cerrada.

El 6 de septiembre de 2021 se celebraba el centenario de su nacimiento y, en Madrid, el Instituto Cervantes exponía, además del mecanoescrito ganador del Nadal, cartillas manuscritas, traducciones…, dos informes de la censura en la exposición “Próximo destino: Carmen Laforet”.

El Ministerio de Cultura y Deporte publicaba lo que, de su novela Nada, recogía el expediente de la censura: “Novela insulsa, sin estilo ni valor literario alguno. Se reduce a describir cómo pasó un año en Barcelona en casa de sus tíos una chica universitaria, sin peripecias de relieve. Creo que no hay inconveniente en su publicación”.

Parece que, cargado de prejuicios, ese censor solo vio a una escritora mujer escribiendo sobre cosas de mujeres…. Sin ir más allá, sin profundizar en cómo, de forma magistral, Nada nos asfixia, nos sumerge en el declive de una burguesía debilitada, de una cruel y violenta posguerra en la que nada es lo que parece y de la que lo que ha quedado es peor que nada. Claro, tampoco podía adivinar que hoy Nada se lee para hablar de violencia machista, de violencia de clase, de crueles destinos. El otro censor fue capaz de ir un poco más allá; “la obra «morbosa» atentaba «contra el dogma o la moral»”

Este marzo el suplemento El Cultural posicionaba a esta “insulsa” obra como la mejor novela española escrita por una mujer, “el más probable clásico de la narrativa española del siglo XX”. “Nada goza de esa aura atemporal que convierte un libro en una presencia viva, instalada como está en una convergencia exacta entre lo popular y lo artístico”, y concluye “seguirá leyéndose”. Estamos de acuerdo.