Difícil creer que ésta sea la primera novela de la autora por lo fabulosamente escrita que está, por las ganas de seguir leyendo para saber qué ocurre, por los personajes con los que uno se encariña, o detesta, y por la historia que podría pasarle a cualquiera que vive inserto en una sociedad en la que hay que salir adelante, a pesar de toparse con seres malévolos y destructores.

Aurora Pinto nos cuenta la historia de Malena, una mujer joven que tras varias desgracias se ha quedado viuda, huérfana y con un hijo pequeño, Quique. Trabaja en un banco desde hace muchos años, donde ostenta un alto cargo que desempeña a la perfección debido a su larga trayectoria y experiencia. Hasta que llega un nuevo directivo a su sucursal, y de a poco va ninguneando su trabajo. Comienza por hacerla invisible, donde ni siquiera la llama por su nombre al dirigirse a ella. Luego, continúa quitándole responsabilidades y hasta tiene la capacidad de hacerle dudar de todo su bagaje de conocimientos.

Malena tiene la fortaleza de buscar ayuda profesional y mediante medicación y un gran esfuerzo personal, logra de a poco salir adelante y trazar un futuro en el otro extremo del mundo, en una casa en Uruguay llamada Cuestairse. No estoy aquí develando el final de la novela, pues desde su inicio nos sitúa allí y gradualmente la historia va hacia atrás, para trazar el hilo que nos llevará desde el Mediterráneo hasta el Atlántico.

Es absoluta la empatía que nos genera el personaje de Malena. Su ansiedad la vive el lector como propia, las injustas vivencias y el acoso laboral al que es sometida nos hacen avanzar en la lectura en busca de justicia. Uno imagina detalles como su respiración acelerada, los nervios, las ganas de llorar, los sentimientos y la sensibilidad extrema. Evidentemente esta suma de sensaciones genera un agobio y una angustia en el lector, lo cual sólo puede deberse a lo bien escrita que está la novela.

Por eso, no dudes en descubrir a esta autora. Acércate a las Bibliotecas Municipales de Huesca y disfruta de este libro, que esperamos sea el primero de muchos otros.

Cecilia Fraga